
Quiero entonar, hoy que puedo, hoy, que la voluntad, no me ha abandonado, por la gloria de plata y oro del hermano devorado por el hastío, masacrado por el olvido, Uriel, el de los ojos de acero, y su voz grave y venerada, firme al embate de los miedos, toda furia y entereza, ante la vorágine de su infierno… ¡Otro caído!
La suave desidia de mi amada dama, la de los dedos de hiedra, que me envolvía en silencio, arrastrándome al averno, por Gabrielle, señora del llanto, hija del miedo, desposada con la desdicha… ¡Otro caído!
La dulce esperanza, de mi hermana, dama de las aguas, la que vagaba con siniestro pesar entre las ruinas de templos perdidos, a la espera de su ángel, muerto desde antes de empezar con su anhelo… ¡Otro caído!
A Ainwüe la de ojos de galaxia, el dolor que le he causado, y lo cerca que estuve, de llevarla junto conmigo, a esta vagancia que coquetea con la muerte, lo cerca que estuve de hacerme hacedor de una muerte inmerecida… Por su perdón, que no me cansare de suplicar en las horas mas sombrías…
Por ellos, adorno esta copa, de negra sangre y de hielo, a ellos, que me forjaron en los tiempos en que el aire era mucho mas fresco, y el color de los árboles no había caído aun en las garras de la sombra, por ellos, que me construyeron esta barca, de navegante de todos los fracasos, y esta espada, y esta piel, de caballero mentiroso… ¡Por los que han caído!
Cerca esta la hora, en que ellos, yo, y todos los que he conocido, seremos sepultados sin piedad por la roca, para siempre perdidos en la nada, por siempre vencidos por el olvido,
Hay aún, un largo trecho, que me separa de la muerte, pero cerca, muy cerca, están las puertas de la nada, en la que solo me espera, la condenación o la misericordia…
S.R
Umbra
Arles
Caballero de olvido