Algo nos rescata de la arbitrariedad, la común sospecha de que el universo podría no ser como lo imaginamos, que el tiempo no es sino una materia untuosa como la mermelada y que somos los mitos de minotauros y unicornios que se niega a aceptar la realidad.
Un pueblo subterráneo, instalado como un moho sutil en la comodidad de la historia que ha venido dando testimonios en torno a estas materias vertiginosas. A esta familia de sospechadores del cosmos, de contrabandistas metidos de perfil en la cultura, de incómodos hurgadores del dedo en la llaga, a esta familia de piedritas en el zapato, idiotas de la casa, aguafiestas, a esta repelente tribu de músicos desaliñados, de incordantes vocacionales, de resfríos de verano, pertenecemos nosotros.
¿Para que necesitaba el triunfal cristianismo post-Paulino, los eones gnósticos y el orden de la Eneada?
¿Qué falta le hacían los Cataros a la edad media? ¿Quién le dio vela a Jonathan Swift en el entierro de Cromwell? ¿Qué necesidad tenía la literatura infantil de la perfidia de Carrol?
(ES DECIR, ¿Y SI EN VERDAD ALICIA ES UNA PROSTITUTA DROGADA EN UN BAR DE LA TERCERA AVENIDA?)
Preguntas que jamás tendrán respuestas, los cronopios existen, como los imprevistos metereológicos, como los eclipses diurnos de luna (Que si no se pueden ver para que mierda se producen), como los empecinados Celacántidos (¿Qué coño es eso?) que ya deberían estar muertos desde el cretáceo (Todos deberíamos estar muertos desde el cretáceo, desde que nacemos) y sin embargo somos como una infiltración de la naturaleza en la cultura, el pensamiento pre-lógico en las computadoras, de la solidaridad en el orden, del estornudo en la solemnidad.
Intuitivos, desmañados, cándidos como serpientes y astutos como palomas, remolones, indecisos, afables, haraganes, un poco estúpidos, terriblemente inoportunos, estamos ahí, tocando las desafinadas cornetas que alteran el sueño de los justos, riendo como tontos y, en resumen, haciendo irritar hasta el crujir de dientes a quienes no pertenezcan a la tribu de desafinados solitarios…
Autor desconocido.
Recopilado por Sariel Rofocale
Celacantido: Celacantiformes – Orden de peces osteíctios crosopterígios que comprende gran número de especies fósiles, sobre todo en el carbonífero y el pérmico y un único representante viviente, el celacanto. (Espinas vacías)
Diccionario Enciclopédico Salvat. Vol. 3
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