jueves, 13 de agosto de 2009

Sencillamente, estoy cansado...

Me doy cuenta de la razón íntima de mi mal, que no tiene nombre traducible, que es más una sensación, una carencia de todo y de nada, una ausencia de todo, y de mi mismo…
Estoy muriéndome por dentro… Me seco, me agrieto… Me extingo al mismo ritmo que mis letras, antes profusas y florecientes, hoy grises, sin vida, apáticas y furiosas…
Ya no hay valor que me anime, estoy solo, solo… Abandonado a mi propia suerte, y por mis propios errores condenado…
Ya ni el pasado alcanza a hacer un eco en mis dedos…
El juglar muere cuando se seca la fuente de su magia, cuando es incapaz de ser encontrado por la armonía, y se ve precisado a recordarla y empañarla contra el papel, como un fantasma…
¿Sencillamente? ¿En verdad solo es cansancio?
Mañana no me buscará el sol amarillo y abyecto que todos los hombres ilumina (De hecho, nunca me ha buscado) y carezco del valor o la voluntad suficiente para intentar al menos, hallar una razón que lo explico…
¿De que sirve vivir, si no puedo conjurar universos?
Que me lleve esta noche la muerte, si no guarda para mí nada mas que un papel en blanco, que me atormente para siempre la nada, si voy a vivir sin poder escuchar las voces que antes me traía el viento…

Sariel Rofocale
Ad portas…

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